Hay personas que viven de glorias pasadas, sin valorar ni cultivar su presente, sin visión alguna para el futuro. La iglesia de hoy enfrenta estos dilemas.  Se pudiera decir que están queriendo vivir del ‘maná viejo’.  Pero Jesús sigue siendo el pan de vida.

Sabemos que el maná, que literalmente significa “y eso, qué es”, fue el alimento físico provisto por Dios a los israelitas mientras cruzaban el desierto luego de su salida de Egipto, para que no desfallecieran.  Era como una semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel (Éxodo 16:31). El pueblo se quejó ante Moisés y Aarón diciendo que no tenían qué comer, idealizando la carne y el ‘pan hasta saciarse’ que supuestamente comían cuando estaban en Egipto… la realidad era que en Egipto comían sobras.  En Egipto, eran esclavos.  En nuestra naturaleza humana, tendemos a idealizar el ayer cuando no nos gusta lo que el hoy nos presenta.

Jehová le dijo a Moisés que Él haría llover pan del cielo.  Pero había instrucciones específicas para recibir el beneficio de Su provisión.  Se recogería diariamente la porción de cada día, y en el sexto día, recogerían el doble en preparación para el día de reposo (Éxodo 16:4-5).  Debemos buscar diariamente el alimento espiritual del Señor.  No hay atajos; ni ofertas especiales que cambien el requisito de recogido diario delante del Señor.  Los israelitas trataron de acumular más maná del ordenado por Dios y el resultado fue, pudrición de lo guardado.  No podemos subsistir si sólo dependemos del ‘maná’ que recibimos cuando vamos a la iglesia, o pretender que con decir ‘yo creo en Dios’, sin buscarle a diario, sea suficiente.

El maná fue provisión sobrenatural para subsistir las condiciones del desierto.  Cuando llegaron a la tierra prometida, cesó el maná y comenzaron a comer del fruto de la tierra (Josué 5:12).  Hasta que tú y yo lleguemos a la tierra prometida, deberemos recoger nuestro alimento diariamente delante del Señor, tanto en lo personal como corporativamente.  Su provisión fiel nos sostendrá para las condiciones áridas que son parte de la vida terrenal.

No vivamos del ‘maná viejo’.  Necesitamos cultivar nuestra nutrición espiritual diariamente para no estancar nuestro crecimiento.  Tener hambre, es señal de salud.  El pan de ayer cubrió la necesidad de ayer.

Jesús enseñó a los discípulos que la provisión diaria de alimento fuera parte de la oración a Dios Padre (Mateo 6:11).  Dios tiene misericordias nuevas y provisión suficiente para nosotros cada día.   Perseveremos hasta el fin, hasta el día donde los victoriosos recibirán del maná escondido (Apocalipsis 2:17).

 

Para meditar:

*Piensa en lo que significa alimentarnos diariamente del pan espiritual, usando los siguientes pasajes como referencia:

-Juan 6:32-35 – ¿Qué estaba aclarando Jesús a los discípulos/nosotros? ¿Cómo ‘comemos’ de Jesús, el pan de vida, todos los días?

-Nehemías 9:20-21 – ¿Qué nos dice este pasaje de la fuente de maná y agua y de los beneficios de esa alimentación para los israelitas/para nosotros hoy?

 

*Entra en tu diario espiritual lo que el Espíritu te haya revelado sobre tus hábitos alimenticios espirituales.  Incluye tu compromiso de nutrirte diariamente del Señor a partir de hoy.

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